Comienza
el juicio por la custodia de tu cuerpo.
Separación
de bienes
pero
tú te quedas en mi entrepierna
clamando
por un trocito de cielo.
Ganas
lo que quieres
pero
no me miras,
es
tu disfrute mayor que el mío;
y te
agarro el pelo y te subo la boca
a la
mía
y te
vuelvo a agarrar
esta
vez donde el resto no te agarra
y te
retuerces de placer
y te
domino.
Y guiado
por mí entras dentro de mi
humedad
mientras
tus jadeos agarran mis nalgas y
desgarran
mi cuello,
una
perfecta sinfonía de respiraciones iguales que
parecen
un solo
viento
pulmonar,
suave
y sucio.
Y nos
movemos
perfectos
como
un solo ser
lascivo
y primitivo que se retoza en el barro al nacer,
que
grita a la noche su nombre
sin
saber cuál es.
Y nos
movemos
perfectos
pero
te pido que te marches
al
correrme mirando hacia otro lado.